Sentimiento de culpa tras una ruptura de pareja

TODO EL MUNDO comete errores y hace cosas de las que no está orgulloso: las circunstancias a veces nos llevan a cometer actos que luego nos cargan con un fuerte sentimiento de culpa tras una ruptura de pareja. Sin embargo, una vez cometido el acto nada podemos hacer para arreglarlo salvo considerarlo una experiencia y aprender de los ocurrido. 

CONTENIDO DE ESTE ARTICULO
1. Sentimiento de culpa tras una ruptura de pareja

2. El error de expiar la culpa

3 El sentimiento de culpa siempre tiene que ver con el pasado

4. Volver a confiar

1. Sentimiento de culpa tras una ruptura de pareja

Efectivamente, uno no puede dar marcha atrás en el tiempo, aunque sí hay una cosa muy importante que puedes hacer: aprender de tus errores. En el contexto de una ruptura de pareja, el que es dejado experimenta una sensación de culpa al descubrir y entender —o incluso al hacer suyos— los motivos por los que la otra persona se fue.

Quizá le fue infiel, tal vez hubo mentiras o algún otro comportamiento que no tiene por qué ser negativo en sí mismo, como por ejemplo dedicar muchas horas al trabajo o a actividades deportivas, etcétera. Cuando entendemos que nos han abandonado por un motivo justo, entonces la culpa cae sobre nosotros como una gran losa que no nos deja respirar.

Mucha gente que he atendido en mis sesiones de psicología del coaching a lo largo de estos años se da cuenta de esos errores en la consulta, o también leyendo o mirando los vídeos del Método K.

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Creer que relación se ha roto por mis propias acciones u omisiones puede producir un sentimiento de culpa y de autorechazo.

 

Una mirada crítica y de mente abierta hacia nosotros mismos nos puede hacer descubrir muchos aspectos que desconocíamos de nosotros mismos. Comienza entonces el proceso de intentar expiar esa culpa y pagar por todo aquello que hicimos mal con la intención de repararlo y que esa persona vuelva. Pensamos que se trata de pagar algo que debemos. Es curioso como en latín la palabra culpa se pueda traducir por el sustantivo debitas, o sea, la deuda

Sin embargo, cuando nos mostramos así de vulnerables delante de nuestra ex pareja conseguimos el efecto contrario, ya que nuestro atractivo y nuestro magnetismo personal caen a los niveles más bajos. Por supuesto, puedes reconocer tus errores, pero debes olvidarte de pagar ninguna culpa y sentirte mal por ello.

2. El error de expiar la culpa

Sirva como ejemplo el caso de Juan José (nombre ficticio), un ingeniero de unos 40 años que atendí no hace mucho en mi despacho. Juan José había conseguido escalar muchos puestos en la multinacional en la que trabajaba, en pocos años había conseguido ser el responsable de un grupo de trabajo de más de cien personas repartido por todo el mundo, a costa, eso sí —me explicó con remordimiento— de quitar horas a su familia.

Llegaba cada día a las diez de la noche a casa y trabajaba incluso los domingos. No colaboraba en asuntos domésticos ni tampoco en la educación de sus dos niñas.

Todo ello le reportaba un salario magnífico y un prestigio personal dentro de la compañía. Cuando su mujer le dijo que le dejaba, pasó de trabajar doce horas a trabajar siete, pasó de apenas estar en casa a pasarse las tardes y los fines de semana enteros atendiendo las tareas domésticas y haciendo pequeñas reparaciones en casa (su mujer siempre se había quejado de eso).

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Se había dado cuenta de su terrible error y había decidido pasar del negro al blanco y no dedicar al trabajo ni un minuto más de lo que marcaba su contrato. Esto, lo primero que produjo, fue desconfianza de su pareja. Un cambio tan radical, tan visceral, tan poco premeditado y además causado por el anuncio de divorcio, que su mujer no se lo creía.

El cambio produjo un sentimiento de rechazo aún más profundo hacia su marido y todo ello por el sentimiento de culpa y los deseos que Juan sentía de expiar esa culpa.

3. El sentimiento de culpas siempre tiene que ver con el pasado

Así es, la culpa tiene que ver con algo que ya no existe. Lo que te ocurrió ayer, lo que Juan hacía en su casa hace sólo un par de meses, o incluso lo que está tan lejano como la caída del Imperio Romano en el siglo V: totalmente inaccesible ya. De modo que para ser prácticos lo único que puedes hacer es aprender para no cometer ese error otra vez tanto si vuelves con tu ex, como si no.

La vida no es para hoy ni para esta semana, es para mucho más tiempo y por tanto tendrás oportunidad de no cometer ese error en el futuro. Tropezar en una piedra puede ser muy positivo porque en el futuro no ocurrirá. Juan tuvo que recapacitar y empezar a trabajar y dedicarse a su familia lo justo, ni mucho ni poco, lo justo.

Si este es tu caso y quieres volver con tu ex, en vez de sentirte culpable, tendrás que mirar hacia adelante y decirle que quizá cometas otros muchos errores en el futuro, pero ese que os separó ya no lo cometerás: has aprendido la lección. Lo más práctico es que cambies el concepto de culpa por el de responsabilidad.

 

El filósofo danés del siglo XIX Soren Kierkegaard, trató el tema de la culpa en su libro El concepto de la angustia. Un ensayo que trata sobre la elección, la libertad del hombre de elegir entre el Bien y el Mal y del poso que estos dos conceptos deja en los seres humanos: la culpa.

En este sentido hay autores que piensan que la culpa es una suerte de invento de las religiones para controlar al pueblo. El pecado —el error de hacer lo que no hay que hacer— es el origen de la culpa. La tradición judeocristiana dice que Adán cometió el error de comer de la fruta prohibida.

Efectivamente, si soy capaz de hacerte creer que tú eres el causante de un mal provocado en mí, entonces estarás en deuda conmigo. Eso mismo es la culpa. Así, una de las traducciones de culpa desde el latín es debitas, es decir, deudor.

Sé práctico. Si deseas recuperar a tu pareja aprende de tus errores, mira al futuro con la cabeza bien alta. Esto te hará ser mucho más atractivo y magnético a ojos de tu ex.

4.- Que tu pareja vuelva a confiar en ti

La confianza, decía Aristóteles, es el otro lado del miedo: es lo contrario al miedo. Cuando uno se siente en confianza se expone sin ningún reparo porque sabe que será respetado y querido. Es un estado de calma, de sosiego espiritual al que todos pretendemos llegar en el terreno sentimental. 

Pero la confianza no es un estado ánimo que pueda provocarse directamente, como si puedo provocar miedo. Si alguien me muestra una pistola dentro de un ascensor seguramente me asuste: me produzca miedo. Sin embargo, no puedo generar eso mismo con la confianza. Para generar confianza se requiere un estrategia indirecta, es decir, hacer cosas que provoquen bondad. 

El mejor amigo del ser humano, el perro, se tumba ante una persona mostrando sus partes más vulnerables como una forma de demostrar sumisión. Algunos perros lo hacen también cuando ha tenido las suficientes experiencias positivas con esa persona y se sienten seguros a su lado. Salvando las diferencias obvias, en los humanos no es muy diferente.

Para que tu pareja vuelva a confiar en ti, no hay otro camino de ofrecerle durante un tiempo dilatado muestras de esa bondad: o sea, hacer las cosas bien. Pero ese tiempo tiene que comenzar con una especie de crédito que la otra persona tiene que darte, dicho de otra forma nos tienen que dar la oportunidad. 

El caso de Juan José fue complicado. Hubo que dar muchas muestras, y durante mucho tiempo, de que las cosas estaban cambiado. Pero no sirve mostrar esos cambios sólo para que la otra persona lo vea, porque eso sería engañar a tu pareja y engañarte a ti. Si de verdad tienes que dar un cambio hazlo convenido de que es lo mejor para ti. 

 

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