ES FRECUENTE CAER en una depresión, más o menos intensa, tras aceptar que tu pareja ya no está a tu lado. Es lo que en psicología clínica se llama depresión por abandono y es, quizá, uno de los momentos más complicados en la vida de una persona adulta. Los síntomas están relacionados con una negación de la autoestima y la capacidad para seguir adelante con
tus tareas cotidianas. Sin embargo, ten la seguridad de que si llegas a recuperar a tu pareja siempre será desde una construcción positiva y no destructiva de tus actos y pensamientos.
Lo cierto es que los seres humanos tenemos una peculiar forma de ver la realidad, ya que continuamente estamos evaluando lo que pasa a nuestro alrededor. Si por ejemplo entras en una cafetería, lo primero que haces es evaluar e interpretar lo que captan tus sentidos y a tu entendimiento llega: la disposición de las mesas, el camarero, si la gente habla o si el televisor está emitiendo un programa que te gusta; quizá alguien que está sentado en una mesa y te parece alguien agradable… Si caminas por la calle o haces cualquiera otra actividad pasa lo mismo.
Esto lo hacemos continuamente, catalogamos y etiquetamos positiva o negativamente todo lo que pasa por nuestro entendimiento. Pero cuando recibimos un golpe emocional y caemos en crisis, ese mecanismo de evaluar se estropea, digamos se distorsiona, y todo lo catalogamos negativamente. Por eso ahora estás más negativo y no ves salida a tu situación. Pero descuida: es sólo un espejismo.
Si crees que estás viéndolo todo de color negro, quizá no estés evaluando las cosas correctamente. Quizá la situación que tienes, pese haber perdido a tu pareja, no sea tan negativa. Comienza pensando utilizando simplemente el sentido común, que cualquier cosa que ocurra en la vida tendrá siempre matices, nada puede ser totalmente negativo o totalmente positivo.
Es necesario que seas crítico o crítica con tus pensamientos y no caigas en lecturas demasiado superficiales. Revisa con objetividad si las conclusiones a las que estás llegando son las adecuadas. Esto puedes hacerlo con ayuda de un coach, o también por ti mismo o por ti misma, anotando esos pensamientos sospechosos de que no sean del todo reales del tipo «ya no volveré a amar como antes», «era el amor de mi vida» o «he perdido la gran oportunidad de ser feliz » y después parándote a responder si son del todo reales o no.
En todo caso, sea como sea tu situación, recuerda que la pérdida de la pareja no es algo negativo en sí mismo, ni tampoco positivo. Sólo tiene la importancia que tú le estás dando.
Si con todo has decidido intentar volver con ella o con él, deja pasar unos días para tranquilizarte y evita a toda costa que los demás te vean deprimido y con mal aspecto. Arréglate y viste con elegancia todos los días para que puedas verte bien. Comienza por entender que esa persona, ni ninguna otra que llegue a ser tu pareja, puede ser algo imprescindible en tu vida: no tienes que necesitar a tu pareja.
La calma es ahora tu mejor aliada. Otra cosa que puedes hacer es practicar deporte. Quizá sea algo tan recomendado en todas partes que ha perdido su verdadero valor. Con todo, si eres capaz de practicar algún ejercicio aeróbico, como correr o nadar, durante una hora tres veces por semana, dormirás mucho mejor y recuperarás tu optimismo mucho más rápido.
Empieza hoy mismo a pensar más en ti mismo que en tu pareja, y en todas las cosas positivas que tienes para hacer feliz a alguien. Ahora puedes dedicarte a hacer todas esas cosas que quisiste hacer pero que quizá no pudiste cuando tenías pareja. Pasa más tiempo con tu familia, visita a tus amigos y diviértete con toda naturalidad.
Cuando tu pareja tenga noticia de este comportamiento va a pensar que ahora tienes una vida más feliz y le creará un sentimiento de duda.
Una vez que hayas conseguido una primera cita no te precipites, posiblemente aún no esté todo ganado. Muestra tu madurez y evita el contacto físico o hablar de sentimientos si tu pareja no lo demanda. Exprésate y con calma y no critiques ni te quejes de lo mal que lo has pasado. Dile que has aprovechado el momento para reorganizar tu vida y tu mente, y que has aprendido muchas cosas sobre ti mismo que antes no sabías.