Cómo usar bien el lenguaje en una crisis de pareja

HACE AHORA UN año que conocí a Paula (como siempre, se trata de un nombre ficticio). Se puso en contacto conmigo para que habláramos de algunos asuntos de su vida personal y sentimental, según me explicó por teléfono. Tenía entonces 32 años y me adelantó que, sobre todo, quería «salir del agujero en el que se encontraba desde una ruptura con su pareja». 

ÍNDICE
1. Hacer frente a la realidad

2. Vivir en «un cuento de hadas»

3. Cómo influyen las palabras en las emociones

4. Pensar correctamente

4.1 Psicología del coaching

4.2 Deporte (calma)

4.3 Autocrítica: ser escépticos con nuestras propias creencias

4.4 Escritura terapéutica

5. Conclusiones

1. Hacer frente a la realidad

Aunque Paula había tenido una ruptura «algo traumática» según sus propias palabras, no estaba interesada en regresar con su anterior pareja porque descubrió numerosas infidelidades a través de un análisis casual del disco duro de un ordenador.

Ella quería que trabajáramos en pasar las etapas de la ruptura juntos, para así salir del dolor en el que ahora se encontraba. En resumen, quería olvidarse pronto de esa relación y seguir con su vida.

Como supe después, Paula y su pareja habían comprado una casa en las afueras de Madrid y pensaban casarse el año próximo. También habían planeado crear juntos una empresa de decoración (ambos trabajaban en ese sector); hacer grandes viajes juntos y, llegado el momento tener hijos, como era el deseo de ambos.

Es decir, Paula y su novio tenían grandes ideas para el futuro, lo cual es muy importante: al fin y al cabo la pareja es un proyecto de vida en común. 

Pero todos aquellos proyectos se quedaron en el tintero cuando descubrió la lista de páginas webs a las que su novio estaba suscrito, así como toda la nómina de amantes.

Durante unos días anduvo medio despistada en la casa dándole vueltas a lo que había descubierto y pensando que quizá no se tratara de su novio, que todo podía tratarse de un error: sin duda estaba pasando por la primera etapa de la ruptura: la negación de la realidad de lo ocurrido; hasta que entendió que todo era rigurosamente cierto. Tuvieron una larga conversación en la que él reconoció todo y ella se marchó del piso en el que vivían. 

2. Vivir en «un cuento de hadas»

Al cabo de unas semanas viviendo en casa de sus padres, Paula comenzó a sentirse mal porque le asaltaban demasiados recuerdos e incluso pasó una breve etapa en la que llegó a sentirse culpable pensando que si su ex buscó a otras mujeres es porque ella no era suficiente.

Pasadas unas cuantas semanas en su nueva rutina de vida reconocía no hacer otra cosa que recordar a su ex pareja: lo bien que vivían juntos, todas las cosas maravillosas que había vivido con él y lo fácil que era la vida con esa persona. Poco a poco estos pensamientos fueron creciendo y aunque no quería volver con él, le costaba mucho levantarse cada mañana para ir al trabajo. 

Pero lo que más me llamó la atención de su relato es que estaba lleno de adjetivos y de metáforas sobre los recuerdos con su ex pareja y el modo en que se refirió a lo que estaba viviendo en ese momento. Dijo textualmente: «Fui muy feliz con él y mi vida pasó de ser un cuento de hadas a estar en el infierno». «Es como si hubiera estado viviendo en un cuento de Disney y ahora estuviera encerrada en Auschwitz», se refería al campo de exterminio que los nazis construyeron en Polonia, que tantas veces hemos visto en la televisión y en las películas. 

La referencia simbólica de lo que le estaba viviendo Paula puede parecer poco relevante; palabras como «infierno» o «desgracia» habitualmente las usamos en el lenguaje de todos los días y por ese motivo parece que se han quedado sin contenido. Sin embargo, esas palabras mantienen su significando y al usarlas con frecuencia llegaremos a creemos lo que decimos y pensamos. Cuidado.

3. ¿Cómo influyen las palabras en tus emociones?

Recuerda que no puede existir estado emocional sobre algo si antes no hay una interpretación de ese algo (de esa realidad). Este fue el gran descubrimiento de los filósofos estoicos en la antigua Grecia: la interpretación de lo que te ocurre es lo crea las emociones.

Pero claro, esa interpretación sólo puede hacerse con palabras, porque al hablar (aunque sea con nosotros mismos) lo hacemos usando un idioma (de qué otra forma si no podemos hablar). Pues bien, esas palabras que interpretan lo ocurrido generan emociones.

La felicidad de tu vida dependerá de la calidad de tus pensamientos. Marco Aurelio.

No es lo mismo decir que «no ha sido un buen día en la oficina» que decir «hoy ha sido un día espantoso en el trabajo».

En ningún caso esto ocurre de forma natural, cada persona interpreta el mundo de forma diferente, e incluso una misma persona sentirá emociones diferentes cuando un mismo suceso ocurra en su vida en dos momentos distintos.

4. Pensar correctamente

Precisamente, una de las actuaciones de la de psicología del coaching consiste en hacernos pensar de modo alternativo. No vamos a decir correctamente porque el coach nunca va a entrar a interpretar, esto queda de tu cuenta; pero el coach sí te ayudará a plantear mejor la situación y en consecuencia a que tomes la mejor decisión. Pensar correctamente quiere decir ubicarse en una realidad objetiva, lo más rigurosa posible; alejarnos de emociones que pueden distorsionar la realidad y que de esta forma ser conscientes de lo que estamos viviendo. Esto nos ayudará, tras la oportuna reflexión, a dar los pasos pertinentes y conseguir nuestro objetivo.

4.1 Psicología del coaching

Desde luego, no hay mejor forma de depurar tus pensamientos que con un profesional de la optimización, o sea un coach. Acude siempre un profesional titulado en la universidad, la psicología del coaching tiene que estudiarse en las facultades de psicología, no lo olvides. 

Está demostrado de la conversación y el adecuado ejercicio de la reflexión guiada te ayudan a generar pensamientos más cercanos a la realidad, desechando aquellos que no sos sostenibles de otros con más rigor. Un coach no te dirá lo que tienes que hacer, un coach tratará de llevarte con sus preguntas y sus herramientas, a que pienses y veas el problema desde distintas posiciones para que así lo puedas entender, ordenar y manejar. 

Podríamos decir que el primer coach fue Sócrates. En un bellísimo diálogo de Platón, El esclavo de Menón (o simplemente el Menón), Sócrates utiliza una herramienta que él llama mayéutica, consistente en hacer salir por medio de preguntas un pensamiento que ya estaba dentro de alguien. En este diálogo, un esclavo (el pobre no tiene ni nombre), que no sabe leer ni escribir es capaz de plantear un teorema matemático sin antes haber oído nada de este teorema. Y todo gracias a un determinado tipo de preguntas que te hacer nacer (mayéutica significa precisamente «ayudar a nacer», lo que hace una comadrona). 

Llevado a nuestros días, podríamos decir que el coach hace que pongas tus pensamientos en su sitio, es decir el sitio que tú quieres darles.

4.2 Deporte (calma)

La recomendación de hacer deporte en un momento complicado de la vida es algo que habrás oído y leído estos días por todas partes. 

Tanto si quieres recuperar a tu pareja (que es lo que más trabajo como coach) como si lo que pretendes es olvidarte de esa persona, lo que necesitas es pensar con calma: lo que los griegos clásicos llamaban ataraxia, paz de espíritu. 

Vivimos en un mundo demasiado organizado en el que siempre estamos haciendo cosas, de forma que no podremos pensar con la suficiente tranquilidad. Bastan un par de horas de caminar a buen ritmo, cada día, para que puedas aislarte del mundo y pensar en tus cosas tranquilamente. Salir a correr, andar en bicicleta, nadar o cualquier otra actividad aeróbica te ayudarán de igual forma. 

4.3 Autocrítica: ser escépticos con nuestras propias creencias

Nuestro cerebro (y sobre todo en una situación de ansiedad)  suele procesar el mundo de manera dicotómica: esto es bueno, esto es malo; eso es negro, eso es blanco; etcétera. Es una forma más sencilla de entender el mundo que nos permite avanzar más rápido. Sin embargo, aplicando el escepticismo se abre una tercera vía: simplemente se trata de suspender tu opinión y convencete de que, por el momento, no vas a pronunciarte sobre algo. Algo así como decirte a ti mismo o ti misma: «lo que estoy pensando no me lo creo de momento».

Puede que, como Paula, estés viviendo una situación complicada después de una ruptura, quizá te has cambiado de casa o simplemente tu vida ha cambiado sustancialmente después de la separación. Si es así, debes repasar tus opiniones y dejarlas en suspenso.

Si como Paula, piensas que están viviendo en un campo de concentración, repasa esa idea con rigor y confirma o desmiente si esto es así: ¿se puede decir realmente que lo que estoy viviendo es similar a lo que vivía un prisionero en Auschwitz?

Sea cual sea la respuesta, déjalo en suspenso, no te pronuncies sobre esa idea hasta un tiempo después, en que volverás a hacerte la misma pregunta. 

Esto no es algo que la psicología haya descubierto ahora. Los griegos, sobre todo las escuelas estoica y epicúrea hablaban de la suspender el juicio para conseguir la calma (ya hemos hablado de la ataraxia), ya que, decían en estas escuelas, nada podemos saber con certeza. 

4.4 Escritura terapéutica

Escribir es una labor fundamental en una situación de estrés porque es una forma de autocoaching.

Mi recomendación es que tomes un cuaderno (por supuesto, es mucho mejor que escribas a mano) y a la misma hora todos los días escribas lo que te preocupa, detalla lo que pasa por tu cabeza y a qué estás dedicando tus pensamientos. Explícalo como si hablaras con alguien, como si tuvieras que defender esos pensamientos.

Después de escribir, échale un vistazo a lo que escribiste el día anterior o hace una semana y compara si son las mismas preocupaciones. Una vez a la semana también puedes escribir tus avances o tus cambios.

Escribiendo cada día aprenderás a entender y a gestionar tus emociones de una forma mucho más efectiva.

5. Conclusiones

Regresando al caso de Paula, ella misma entendió que realmente nunca estuvo en una película de Disney mientras estaba  con su pareja. Es más: las cosas nunca funcionaron nunca al cien por cien, y ese quizá fue el motivo por el que él buscó otras compañías.

Y del mismo modo que nunca estuvo en Disney, nunca tuvo que padecer  los infortunios en Auschwitz. Es más, compararse con ese horrendo lugar me pareció algo que casi roza lo insolente. Ella lo reconoció enseguida. y para que entendiese hasta qué punto la comparación era errada, le pedí como parte de nuestro trabajo que viese el documental titulado «Viaje al interior del Holocausto»  y leyese uno de los testimonios más conmovedores que sobre los campo de exterminio, el libro de Primo Levi «Si esto es un hombre». No es una obra muy voluminosa, de modo que lo leyó entre sesión y sesión de trabajo, en apenas una semana, comprobando que, efectivamente, la comparación de lo que ella había vivido con el horror de un campo de concentración era poco menos que impertinente.

Paula es una profesional del mundo editorial y gestiona junto con su familia una próspera empresa de este ramo. No ha pasado hambre en su vida (como la mayoría de los que estamos en esta parte del mundo occidental); jamás ha pasado un invierno sin calefacción en casa, tiene coche, ropa, asistencia sanitaria de calidad, se va de vacaciones una vez al año e incluso puede pagarse el lujo de un coach que le ayude a gestionar sus prioridades en la vida. En realidad ella, y salvo raras excepciones, todos los que vivimos en esta parte del mundo tenemos la suerte de no padecer ese tipo de desgracias.

Una ruptura de una pareja nunca podemos catalogarla como «una vida truncada». Sólo se trata del fin de una etapa, sólo es un cambio de rumbo que incluso puede llegar mejorar nuestra vida. Tenemos que acostumbrarnos a esas pequeños cambios en la vida porque, en rigor, la vida no es otra cosa que cambio, regeneración, transformación… Recuerda que para ser mejores es necesario cambiar y arriesgar.

6. «No hay pensamiento sin tiempo para pensar»

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